En campos
infinitos de Castilla,
donde el silencio abraza la brisa,
pedaleo solo, con la mente tranquila,
en ruinas de conventos, historia viva.
Iglesias
soberbias, testigos mudos,
de pueblos vacíos, memorias perdidas,
el trigo aún verde, susurra en el viento,
mientras el canal fluye entre lirios y juncos .
Frómista me
recibe, con su arte románico,
bajo la sombra de San Martín dormito,
en el albergue, la guitarra resuena,
y la risa se mezcla entre vino y la uva.
Un murciano
alocado, un amor colombiano,
Agustín porteño, con su voz de nostalgia,
nos unimos en notas, la noche es un sueño,
cantando a Veloso, acordes de guitarra.
Ojalá tu pie
sane, amigo platense,
que el sendero nos llame, que el alma nos guíe,
en esta ruta eterna, entre sombra y destino,
la amistad es un faro que jamás se apaga.
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