En el vértigo de la lectura
donde el placer se encuentra en la prosa,
los versos amables danzan,
llegando tarde, a veces temprano,
carpetazo al expediente final.
Gimnasia mental,
músculo de cultura vivo,
resortes de la imaginación,
despiertan el alma en el silencio.
Gracias a esto, respiro,
y a otros asuntos que me envuelven,
un vocabulario florece,
hablando a plantas y animales,
y a las personas que cruzan mi camino.
Sin aspirar a más,
solo el que espera,
encontrará lo inesperado,
un tesoro oculto en las páginas,
un destello de vida,
que ilumina lo cotidiano,
en el vasto universo de lo escrito.