domingo, 29 de septiembre de 2013
Fin de ciclo
Por fin un respiro en la alocada carrera del tiempo que apura a los insensatos. El verano se alarga y no nos deja, el otoño se hace de rogar y no viene. En algo al menos no estamos impacientes. Nos la trae al pairo que alguien se nos cuele. Atrás dejamos la furia de alimerka, los números del pescado y los tiques para el turno de la carne, no los del pecado, aunque para estos también merezcamos una reflexión. Las castañas quietas en la rama, las setas incipientes en la sombra, algun limícola despistada de su grey escarba en la playa y poco más. Miro a mi alrededor por entre las rocas y compruebo que estoy sólo. Sopla una brisa especialmente apacible. Saludo al Pienzu y lo siento más cercano. Si afino el oído puedo escuchar algún lamento del venado lejano aún de su serrallo. Si fuerzo las vista descubro el lomo de algún calderón no lejos del rompiente. Hoy no he traido mi cámara pero no importa, todas estas cosas saben de espera, no entienden las prisas y concurren machaconas día tras día en los cambiantes amaneceres de La Isla.
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