domingo, 1 de enero de 2023

UN BELEN DE BELEN

Todavía siento una inquieta admiración ante el recuerdo de lo ocurrido aquella mañana de finales de un caluroso setiembre en Jerusalén, El ruido de los helicópteros sobrevolando a baja altura los tejados de la old city en una de cuyas casas nos habíamos alojado nos despertó muy temprano. En aquello días el ejército sionista con Sharon al frente habían irrumpido en la explanada y descalzados de sus botas profanado el segundo lugar sagrado para los musulmanes que es la gran mezquita de Al-Aqsa . Había estallado la segunda Intifada y estábamos  en el puto centro de la revuelta palestina. Teníamos previsto regresar aquel mismo día a Amán para tomar el vuelo reservado en la capital jordana de regreso a casa finalizando así un largo periplo en bicicleta por el medio oriente siguiendo la ruta de Lawrence de Arabia. Pero aquella mañana todo se había complicado. La amenaza del cierre de fronteras , las escaramuzas en las calles de la ciudad vieja, los severos controles del ejército israelí, el estampido cercano de las bombas y algún que otro disparo no muy lejos de donde estábamos alojados nos helaba la sangre en las venas. En medio de la gran confusión en la que nos encontrábamos para Cuqui el gran problema a resolver era conseguir un Belén que su abuela le había encargado. Pero debía de adquirirlo en esta santa ciudad situada a nueve kilómetros de donde nos encontrábamos y enclavada en territorio de la autoridad Palestina. Llegar a allú suponía toda una peligrosa aventura pues debía de sortear controles y los choques entre manifestantes y represores estaban a la orden del dia.  No lo dudó un instante. – No estéis preocupados por mí , no me esperéis nos vemos en la frontera del Puente Allemby por la tarde yo no puedo dejar a abuelita sin su regalo de Navidad: UN BELEN DE BELEN-. Esperamos durante cuatro tensas y angustiosas horas hasta que por fin desde la ventana que daba a la puerta de Damasco aliviados vimos surgir de una humareda de gases a nuestro amigo ciclista portando en el portabultos un enorme portal de Belen sin embalar y con las figuras como pasajeros a la vista. La bronca fue grande pero la alegría y la admiración fue monumental. Lo había conseguido. Había recorrido dieciocho kilómetros sorteando controles por callejas que nunca había pisado, desafiando al destino para regresar a casa , besar a su abuela y entregarle el regalo más hermoso que podía desear . Ese es mi amigo Cuqui. Alguien me pregunto como era y yo lo describí : -mira, si un avión sobrevuela el amazonas y justo en mitad de las selva arroja a un tipo en paracaídas y si pocos días después lo encuentras en la playa de Copacabana tomando un daiquiri , camisa de cuadros y en compañía de una joven brasileira, ese es Manuel Diaz, CUQUI-.

EL FASTUOSO RUIDO ENSORDECEDOR DE LA MUERTE

  Conocí a Radi en la embajada de Jordania en Madrid. Era un beduino alto y fornido que inspiraba confianza con su rostro siempre sonriente ...