Alguna
vez el zorro merodea con nocturnidad los alrededores de mi casa y afana alguna
de las gallinas de mi vecino, asunto que aunque sin razón se tilda de zorrería
no necesariamente debe de darse tal calificativo ya que , si bien estas aves de
corral son propiedad del Pilu, no es menos cierto que el buen repostero ha
escogido un lugar poco apropiado para ubicar su gallinero toda vez que son estos sitios solitarios y poco frecuentados por la
gente zonas donde depredan las raposas que, maldita sea, tienen tanto
derecho a subsistir como los demás bichos
vivientes que en estos andurriales tienen su hábitat. Estaba yo en estas
cavilaciones cuando me vino a la quijotera la idea de incluir en mi colección
de fotografías y vídeos a este astuto animal, especimen que por cierto es de los
pocos que me faltan por capturar para mi álbum de la fauna de La isla. Ciertamente
no se de que forma o, mejor dicho, no se
me ocurre historia que acompañar, o cuento o fábula con moraleja, o simple y llanamente una más o menos naturista descripción. Tampoco
soy un Lope con un Violante ordenando
que componga un soneto para este tema. Así que burla, burlando ya casi voy
terminando. Y como no quisiera dar fin a
este relato sin el preceptivo desenlace es por eso que voy a contar como fue el
final de esta historia ocurrida entre la alimaña y yo en las primeras horas
mañaneras. Tal como anteriormente describo salgo decidido a fotografiar al canis vulpes y para
ello voy directamente a su madriguera, o a lo que yo creía que era la guarida
de semejante fiera.No tardo en localizar sus excrementos los cuales por el humo
que despiden me hace pensar que no debe de andar muy lejos. En efecto, un tris
tris seguido de un gruñido en la espesura delata su presencia. Dirijo mi cámara
ya dispuesta para el disparo hacia el lugar de donde procede el feroz rugido en
el momento mismo que se escabulle en la espesura un fino hocico seguido de una
espesa cola; con tanta rapidez que no me da tiempo para cerrar el obturador.
Rum rum gira un cuarto de vuelta su cabeza perroflautica y me habla en ese
lenguaje carente de fonética y gramática con el que solemos comunicarnos: “tio,
vas a tener que currartelo más, la raposa es mucho más astuta que tú”
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A MI LADO
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