Ya me parecía a mí que esta irrupción frenética del invierno sin darnos siquiera tiempo a rebuscar por el armario gorros y bufandas iba a tener una incidencia nefasta en el desarrollo de la jornada de setas. La seta necesita muchos días de lluvia y humedad para proliferar en nuestros bosques y ni éstos las ofrecían con generosidad ni aun se habían vestido de tonos ocres y rojos otoñales que hiciesen de la fotografía una alternativa a la recolección. Así pues transcurrió la mañana sin pena ni gloria.Poca cesta, escaso bastón La gente desanimada por la tormenta de la noche anterior, se quedo encamada en la mañana a la espera de , al menos, disfrutar de la paella que tradicionalmente nos preparan en La Escuelina. Pero tampoco este acto gastronómico fue brillante, Y ya es reiterativo. No es la paella el ferrari de nuestras buenas cocineras/os, no. Y es que el arroz cuando pasa de cuatro personas se convierte en patrimonio de la humanidad y en esto Valencia tiene el monopolio.Un olla mas baja y un fuego más repartido hubiese sido, digo yo que tampoco soy un gambas, más adecuado para la cocción. No obstante y a pesar del maltratado cereal, el guiso incorporaba suficiente acompañamiento como para no dejarnos insatisfechos. A la charla no me quedé pero me han dicho que Pablo y Germán compartieron con los comensales sus bastos conimientos micológicos durante más de una hora de charla didáctica y amena con la que se dio por terminado el evento.
domingo, 17 de noviembre de 2013
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