Agradezco a
la memoria,
su delicadeza suave,
que sabe guardar recuerdos,
como un tesoro sin llave.
Los buenos
siempre brillantes,
los malos, en el olvido,
y mi alma se emociona,
derrotando mi algoritmo.
Aquí estoy, descansando,
en el mojón del ochenta,
del Peloponeso a Ítaca,
esperando lo que venga.
Un pinchazo
inoportuno,
en la trotona, se atreve,
pero restan pasos aún,
por lo que a mí se refiere.
Nadie me
espera en la costa,
deshaciendo la mortaja,
solo el eco de mis sueños,
que la vida en mí trabaja.
Que no se
alargue el camino
pido a quien
oiga este canto
que el viaje
no sea un sofoco.
ni las tormentas
un llanto,
Hoy celebro con la bici,
costeo el mar con la brisa
disfrutando la
seronda
por esta Asturias, sin prisa.
Si la fuerza
me acompaña,
y mi espíritu se eleva,
¡chachaaaann!, la aventura continúa,
y este menda no se entrega.

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