Tómame la mano, madre,
que ya no puedo
no siento el roce del viento,
apaga las llamas.
Cántame fuerte y mírame,
que el juego continúe.
aún hay tiempo.
Casillas numeradas,
en el suelo con tu sangre,
del diez al cero.
No mires hacia arriba,
ningún refugio es seguro.
Todo es oscuridad,
mis ojos arden,
el llanto rojo.
He llegado al final
de esta rayuela mortal.
Al mirar atrás, solo encuentro
lo que no deseo.
Nubes sombrías, destellos,
no existe el cielo
No corras más, ya no es necesario,
padre, tengo miedo.
Tómame la mano, madre,
no siento tus caricias,
apaga el fuego.
Tu canto es una suave brisa,
dejemos que el juego siga
yo ya no puedo.