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lunes, 8 de septiembre de 2025

GALICIA

 











En Galicia, la lluvia fina me abraza,
el frío acaricia mi piel curtida,
bajo un dosel de castaños en danza,
al monasterio de Samos le humean las piedras.

El camino se cubre con barro constante,
un sube y baja, río Sarría adelante,
en la villa homónima, un tentempié,
empanada gallega, un nuevo placer.

Pero la multitud de peregrinos me rodea,
me apresura, ensordece mi mente,
el timbre suena, la paz se desdibuja,
mercaderes de viaje me abruman.

¿Clavijo, Santiago, un campo de estrellas?
Negocios sagrados, ambiciones sin tregua.
Mis convicciones laicas, en crisis, se hallan,
y ante los huesos de un santo, la fé desmayada.

No me arrodillaré ante tumbas de mármol,
ni fingiré motivos que no son mi canto.
El fin de la tierra, mi destino, mi anhelo,
donde el miedo y asombro dan vida al destello.

Fisterra, el horizonte, el mar tenebroso,
las olas rompiendo en un sol de misterio,
donde aquellos peregrinos hallaron razón,
en la inmensidad que da fuerza al corazón.

Así, Santiago será solo un paso,
mi meta es más allá, en el abismo tal vez,
donde el infinito se encuentra con la vida,
y en cada ola, un susurro, un alma rendida
.

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