martes, 22 de enero de 2013
Ciclogénesis explosiva
Esta noche no he dormido bien. Anduve de sobresalto en sobresalto y en uno de esos momentos en que uno está al límite del misterio entre la vigilia y el sueño vino a mis oídos la palabra fatal: ciclogénesis explosiva. Algo así entre la teoría del shock o el nombre científico de una lavativa tradujo mi indefensa imaginación. Por fin el ruido ensordecedor de las olas explosionando en el pedrero que se colaba por la claraboya del cuarto de baño me devuelve a la consciencia rescatandome de enosoñaciones. Así que apagué la radio y entre el café humeante de la mañana busqué en el ordenador la tabla de mareas; salí al encuentro de la pleamar de las 13,30 y grabé estas imágenes del Cantábrico bufando por los acantilados de Pría. O sea, que la cosa no fue para tanto. Ocurre últimamente que elevan a la categoría de extraordinario lo que acontece con toda normalidad en días más crudos del invierno tal como no podía ser de otra forma. Y por esta vez y sin que sirva de precedente diremos que se trata de la confluencia de dos profundas borrascas en un espacio de tiempo muy corto. Antes decíamos que facía una ventolera que escaraballa el peyeyu. En este vídeo se puede comprobar que si, que si, que la mar ta brava, pero, lo dicho, tampoco ye pa tanto.
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Precioso, gracias por hacerme llegar un trocito de esa Asturias, que tanto me gusta, aqui a Madrid. Me encanta ver La Mar asi de brava.
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