viernes, 23 de agosto de 2024
ESA SILLA VACIA
IGNACIO ELLACURIA S.J.
Conocí a Ignacio Ellacuría allá por los años ochenta. Militaba yo por entonces en movimientos cristianos de base que organizában en la villa de Pravia algunas charlas con personajes significados de la teología de la liberación en un ambiente ya de libertad en nuestro pais pero que en algunos entornos molestaba todavía demasiada progresía. Cenó en mi casa, con algunos compañeros más de la izquierda praviana. Nos habló de una Iglesia comprometida con los derechos humanos que se deja invadir por el Espíritu renovador y que está atenta a los signos de los tiempos para convertirse en el cielo nuevo que necesitan el ser humano y la tierra nuevos(sic) denunció “la maldad intrínseca del sistema capitalista y la mentira ideológica de las apariencias democráticas que lo acompañan” Estos fueron los grandes desafíos a los que quiso responder con la palabra y la escritura, el compromiso político y la vivencia religiosa. Y lo pagó con su vidameses después en El Salvador a manos de los batallaones de la muerte del Gobierno de aquel pais. Hoy mismo y en TVE aparece Edmundo González, candidato a la presidencia de Venerzuela, llamando a tomar las calle de Caracas con violencia para defender la libertad. El mismo personaje que en aquellos años ochenta como agregado en la embajada de Venezuela en el Salvador era cómplice de aquellos escuadrones de la muerte que asesinaron a Ignacio con premeditación, nocturnidad y alevosía y a seis jesuitas y dos colaboradoras, madre e hija, Elba y Celina, esta de 15 años en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, de San Salvador (UCA).
LA CUADRILLA
Primero un todoterreno de la Consejería. Era un Suzuki pequeño , no tengo ningún problema para esquivarlo. Aunque la carretera es estrecha me deja espacio suficiente para que con mi habilidad sobre la bici podamos cruzarnos con relativo desahogo. Desde la espesura dos chalecos color butano avanzan hacia el asfalto. De alta gama son los tres siguiente cuatro por cuatro que me adelantan. Esta vez sin más espacio que la cuneta para no ser atropellado por uno de ellos, creo que el más torpe. A bordo de los coches rostros adustos de miradas impenetrables y severas escudriñan el bosque con avidez de muerte. Dos hombre más jóvenes aparecen de la fronda, los perros corren, saltan y ladran jadeantes y tensan las cuerdas que les atan a sus amos. Están sucios, gruñen y babean ; miran asustados,no les gusta lo que oyen. Alguien con voz autoritaria me ordena que circule con premura. LLeva una escopeta de dos cañones colgada del hombre y un rifle con mira telescópica en bandolera. Del bolso de su cazadora del mismo color butano sobresalen dos cananas con cartuchos matadores. El que camina a su lado, alto y desgarbado apunta con su carabina a algun lugar del bosque donde se oyen pasos , ruidos de ramas rotas y ladridos de canes. En la curva siguiente, a unos doscientos metros la carretera está cortada . Ford Ranger, Tooyota Land Cruiser, Isuzu, Lexus, es lo que leo en sus brillantes capós, no entiendo de marcas pero ahora si la gama alta se ha disparado. Más chalecos de camuflaje, rifles de uno y de dos cañones, canes rugiendo por conseguir no se... algo de carne, si. El pobre venado está tendido sin vida a un lado del camino. Sus ojos asustados me hacen creer que aun tiene un halito de vida para soportar en silencio el desgarro producido por las dentelladas y la vejación de una lucha por la vida tan desigual . Los hombre hablan y fuman humeantes puros, rien y se dan palmadas en la espalda. Uno de ellos,. parece el lider, recibe los parabienes. Su escopeta ha cobrado la pieza y orgulloso recogerá la cornamenta para exhibirla en algún lugar privilegiado de su mansión donde su esposa y sus pequeños hijos exclamarán entusiasmados: ¡que grande eres papi!
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