Seguiré pedaleando los senderos
mientras queden ganas de vivir,
y las fuerzas me respondan
por rutas de sueños y destino,
inasequible al desaliento
infatigable ante el cansancio,
marcando el pulso de mi corazón,
girando las ruedas con el tiempo,
y en cada pedalada, un nuevo intento,
en esta travesía, mi razón.
Así que aquí estoy, firme, quizás valiente,
con el viento en mi cara y el sol en mi piel,
hasta que el manillar se funda entre mis dedos
en una travesía inesperada
porque siempre seré hijo del camino
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