Camino a orillas
del Loira,
por senderos de encantos divinos,
castillos que asoman, historia en su piel,
Chambord se destaca, majestuoso y fiel.
Bajo robles
frondosos, la brisa susurra,
un ciervo sorprendo, la paz se respira.
En Meung sur Loire, el corazón se encoge,
la sombra de Chernóbil, el alma aterida.
Naturaleza y
miedo, un contraste macabro,
pensando en lo bello que existe en el mundo.
Recobro el sendero, el río me guía,
hacia Blois, donde la historia continúa.
El camino de
tierra, suave y sereno,
me lleva a la villa, un refugio para el sueño.
Entre ecos del pasado, el presente se asienta,
en cada paso, la belleza de Francia.
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