En la danza del tiempo, entre montañas y sueños,
mis pasos resuenan en senderos antiguos,
donde las cumbres, como espejos de anhelos
reflejan la fuerza de un espíritu en vuelo.
Tres macizos, tres conquistas, un eco de vida,
Picos de Europa, guardan la esencia perdida.
Bajo el crepúsculo, la fortaleza mengua
mas el corazón arde, la pasión no cesa.
Frondosas laderas, secretos en la brisa,
parque de Redes, donde la naturaleza avisa.
Ubiña Grande, Pequeña, compañeros de viaje,
cada cima alcanzada, un susurro, un homenaje.
Lagos de Somiedo, tenebrosos y bellos,
en sus aguas reflejan sueños y destellos.
Enol y Ercina, al esquiar en su abrazo,
el frío se vuelve calor, el miedo, un lazo.
Bajo el manto estrellado, en la yerba dormido,
Kant me abriga, su filosofía, un latido.
Brindis en el Auseva, la cima es testigo,
de risas compartidas, de un amor antiguo.
Perdido en el risco, el peligro olvidado,
mi perro en la roca, el desafío marcado.
Las montañas enseñan, ensanchan el ser,
y en cada paso firme, aprendo a renacer.
Así, con cada excursión, el alma se eleva,
hago poesía con el aire, la vida se atreva.
En la vasta belleza, encuentro mi destino,
entre montañas y versos, soy hijo del camino.
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