lunes, 20 de enero de 2014
GRAN FABADA EN LA ESCUELINA
A fe
mia que pasaban de seis los cocineros y cocineras que en la escasa estancia
albergadora de grandes fogones trajinaban la fabada alrededor de la gran olla para
la que, a pesar de mi ansiedad, no me atreví
a mendigar licencia de mojar algún que otro mendrugo de pan. Mas tarde descubri que la escena era engañosa pues ya se había
encargado la buena de María Jesus de cocinar en su casa el tradicional cocido
asturianu, ya replado y todo, y del que solo faltaba calentar y distribuir
entre los más de cincuenta comensales que ajustadas las servilletas y aflojados
los cinturones, blandían amenazantes cuchara s,
tenedores y cuchillos dispuestos a la fartura. La faba, pura manteca se
fundía en la boca; La morcilla, retadora al paladar; chorizo, lacón y demás
ingredientes animaban el compango;, copioso el vino y la omnipresente sidra que
no podía faltar al festín. De un plumazo quedó borrada del recuerdo gustativo la infausta paella de la última comilona. Por
la ventana el Sueve vestía de blanco la tarde gélida y gris haciendo más
confortable el calor de la Escuelina. Por lo demás y en lo que a mi se refiere,
impertérriro engullí dos platos de los
hondos de la rica legumbre acompañados de sendas raciones de compango,
finiquitando con arroz con leche en la misma proporción. El resto de la tarde
ya os podeis imaginar como aconteció.
lunes, 13 de enero de 2014
sábado, 4 de enero de 2014
lunes, 23 de diciembre de 2013
LA OTRA NAVIDAD
El fin de año huele a compras,
enhorabuenas y postales
con votos de renovación.
Y yo que sé del otro mundo
que pide vida en los portales,
me doy a hacer una canción.
La gente luce estar de acuerdo,
maravillosamente todo
parece afín al celebrar.
Unos festejan sus millones,
otros la camisita limpia
y hay quien no sabe qué es brindar.
Mi canción no es del cielo,
las estrellas, la luna,
porque a ti te la entrego
que no tienes ninguna.
Mi canción no es tan sólo
de quien pueda escucharla,
porque a veces el sordo
lleva más para amarla.
Tener no es signo de malvado
y no tener tampoco es prueba
de que acompañe la virtud.
Pero el que nace bien parado,
en procurarse lo que anhela
no tiene que invertir salud.
Por eso canto a quien no escucha,
a quien no dejan escucharme,
a quien ya nunca me escuchó,
al que en su cotidiana lucha
me da razones para amarle,
a aquel que nadie le cantó.
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A MI LADO
En las noches insomne de invierno siempre a mi lado En las tardes doradas de otoño siempre a mi lado. Tintinea el hielo en el cristal ...
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