martes, 22 de junio de 2021

LLUVIA Y CONFINAMIENTO


..y continuó lloviendo una noche y una mañana y la tarde del día siguiente y una noche y otra mañana y parecía que no iba a escampar nunca cuando los pájaros no salían de sus nidos y los peces nadaban por el ramal.... Y yo seguí pintando sillas, cambiando muebles, reparando tuberías y volví a leer algún capítulo del Quijote y aprendí algún rasgueo, arpegio y acordes nuevos de la guitarra.... Y la lluvia ya era tan pertinaz y torrencial que las calles se convirtieron en ríos y las plazas en lagos...... y ya los mirlos empezaban a cambiar escamas por plumas y a los más pequeños les crecían las membranas entre sus dedos y como el mar no daba a basto con el agua de los rios tuvieron que ensanchar los océanos arrebatando tierras a los desiertos. Y yo terminé de releer el Quijote, repasé el árbol genealógico de los Buendia y hasta aprendi a hacer punto de cruz. Así fuí tejiendo jerseys y chaquetitas de punto para el invierno que regalé a mis nietos. Y el cielo ya no volvió a ser azul, ni tampoco gris, pues las nubes, digo yo, que de tantos rayos se habían vuelto del color de la antracita...... 

Y llovió una semana, dos dias y algunas horas. Demasiadas para que la ociosidad obligada por la inclemencia de la tormenta convocada quien sabe por quien me hiciese coger algun sobrepeso hasta el punto que ya empezaba a tener dificultades  para atarme los cordones de las zapatillas deportivas. Y en estas no cesaba de inventar nuevas fórmulas para distraer mi tedio aprovechando hasta el máximo los espacios reducidos de mis estancias para realizar los ejercicios físicos más inusitados, de fabricar malcuernas con unas viejas planchas de hierro herencia de mi madre  que guardaba mi mujer como oro en paño, o de atar las gomas en los pomos de las puertas para realizar estiramientos musculares. Y, aunque ya había tenido la osadía de leer el Ulises de Joyce, volvi a releer algunos de sus farragosos capítulos pero esta vez utilizando un plano de Dublin 'para no perder de vista al señor Bloom en sus peregrinaciones por la ciudad.........

.La noticia de que una enorme explosión nocturna y alevosa había tenido lugar en el cajero de un banco de la villa sacudió la tranquilidad colunguesa y rebasó en pocas horas los límites del concejo. Hasta el punto de que unas horas después de suceder ya se comentaba en las dependencias del Centro médico de Ribadesella donde a la sazón me sometía a tratamiento de fisioterapia. Para entonces  la inclemencia del tiempo, bien por la contundencia de la nueva noticia, bien por la persistencia de la lluvia había dejado ser tema de plática en los colmados. Y yo, encerrado en mi improvisado taller casero, dejaba que el facebook fuese mi relación con el resto del mundo, a la espera de que alguna albanción despejase mi soledad.


miércoles, 23 de diciembre de 2020

KATAKROOOKKKKK

 


En esta ocasión burlé a la pandemia para salir de casa, abri las compuertas a la imaginación y retrocedí en el tiempo y traspasé el limite en minutos y kilómetros, algo, por otra parte, que poco esfuerzo requiere cuando la bicilceta lleva motor y éste no consiste en piernas. Así que en una curva de la caleya hormigonada convertida en torrente por las lluvias de los últimos días di con mis huesos en el duro suelo, con la cabeza protegida por el casco en la dura piedra y con mis posaderas en la gélida agua de la torrentera , con los ojos fijos en el árbol roto por el rayo y xcon mis oídos atentos al cuarto movimiento de la novena que sonaba entre las zarzas. Me refugié en principio en el bálsamo de la risa y en los cuatro minutos siguientes varios pensamientos abarcaron treinta años de apretada literatura... Tuve la ocasión de rememorar todos los viajes mochileros, vi todos los rincones del mundo desde todos los angulos , trate de razonar,me asombre de no haber entendido hasta ese momento que debía de estar un poco loco. Y súbitamente comprendí mi peligro, me había dejado convencer por el delirio de un joven y sentí un confuso malestar que trate de atribuir a la frialdad del agua que discurría bajo mi cuerpo. En ese instante todos los hechos ocuparon un solo instante , todo fue simultaneo, vi lo profundo de una habitación de un hospital, escuche la voz de mi madre hablándome de la nieve, mucho sojos me miraban fijos como en un espejo, escuche la voz de una mujer que nunca olvide, allí estaban al mismo tiempo mis padres, los hijos de mis padres todos ellos con sus esposas , los hijos de los hijos de mis mis padres, vi mi dormitorio vacio, vi un hilillo de mi sangre que circulaba serpenteando entre hormigas. Acerté a levantarme y corrí con lo que me quedaba de fuerza y de bicicleta porque el dolor no se manifiesta en caliente, necesita el frio para poner las cosas en sus sitio. Y aun sigo magullado en medio del confinamiento.

viernes, 22 de mayo de 2020

EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Pues, ya ves querido Thor, que en los últimos tiempos de confinamiento y pandemia lo llevo crudo con tus congéneres . Pero en esta ocasión no ha sido el perro el que me ha agredido sino que al punto estuve de sufrir un ataque, esta vez no preventivo , de su dueño, un humano, algo terrible. Mal lo habría pasado de no tomar las de Villadiego evitando la confrontación directa pues el madrugador y taimado confinado aviesas intenciones traía de darme dos hostias que a fuer de ser sincero tendría consecuencias indeseables ya no por devolvérselas como sin duda merecía  sino por que mi cuerpo serrano no aceptaría la contienda física sin ocasionarme penosos quebrantos. Asi de grande era el ciudadano asi de enormes sus ciclópeos brazos de labrador pluriempleado. Mas si tantas ganas tienes de saber como paso y de que brevemente haga una narración de lo sucedido , aunque el animo me horroriza al recordarlo, te lo contaré.(¡/cielos!,  creo que así comienza la Eneida de Virgilio). Sucedió que de camino a Ribadesella tomé el primer atajo que atravesando la pedanía de Caravia de Abajo recobra de nuevo la N-634 en Caravia, esta vez de Arriba.  En una de sus empinadas calles se cruzo en mi camino un hombre acompañado de un pastor alemán que probablemente sin malas intenciones se dirigió hacia mi para  olisquear algún efluvio perruno que desprendía la bicicleta. Como fuera que no habían pasado apenas seis dias desde que la perrita de Arístides clavo sus dientes en mi pantorrilla, supliqué con educación a su dueño que hiciese el favor de ´controlar al atrevido can,, pues bien me temía que sus intenciones coincidiesen con las de la mencionada perra y me arrease otro mordisco. El hombrón aquel, clavandome su mirada entre furiosa y agotada supongo de estar confinado en casa, con voz de agente de tráfico enfurecido me gritó: -…CIRCULE- Atemorizado me apresuré a seguir sus instrucciones así que comencé a “circular” mientras que el ciudadano con su aliento en mi nuca me seguía gritando con más intensidad frases amenazadoras, “era lo que me faltaba que estos pijos domingueros de Oviedo vengan a la puerta de mi casa a darme órdenes. -CIRCULE, y mucho cuidado que ya me tienen hasta los coj….. A veces la sangre hierve a los más tranquilos. Cometí el error de echar gasolina a la hoguera y repliqué en tono amenazador . –Tenga cuidado no vaya a ser que le denuncie por llevar a la mascota suelta y sin bozal.- -¿COMOOOO?- Retrocedió unos pasos e introdujo al animal en su casa y cuando ya pensé que el asunto estaba zanjado, el individuo arreció de nuevo contra mi y esta vez con más furia  ,escupiendo improperios y apretando los puños con tal ímpetu que a machas forzadas, transitando de la prudencia al pánico,  puse tierra de por medio. Cuando me aleje los suficientes metros, quizás kilómetros, sintiéndome seguro,  tomé resuello a la sombra de un castaño y recapitulé: no todos los perros muerden ni todos los hombres agreden. Pero en ocasiones salta la excepción, aunque, jolines, ¿tenían que tocarme a mi los dos??

sábado, 16 de mayo de 2020

ATAQUE PREVENTIVO

A ti te lo puedo contar, fiel Thor, hoy me ha mordido un perro. No, tranquilo, no gruñas, la sangre no ha llegado al arroyo. Tan solo una leve marca del incisivo canino en mi pantorrilla derecha que al llevar pantalón largo apenas me hizo correr un leve hilillo de sangre. Por lo demás la sorpresa que no el susto de que a mis años y a pesar de mis buenas relaciones con los descendientes de los lobos, la perra collie de Arístides se halla atrevido a perderme el respeto de esa manera. Supongo que el azar hizo que siguiésemos el mismo camino por donde apenas había espacio para cruzarse dos asnos y sus respectivos dueños así que la perrita, pensó, con buen sentido patrimonial que aquel era su sendero y aquel su territorio y yo no era más que un sobreviviente de la pandemia que buscaba en la aldea en proceso de extinción por abandono el espacio inútil a donde el virus no le merecía la pena llegar. Regresé a a casa por el sendero que serpentea a través del bosque no sin antes advertir a mi amigo, el humano, que no fuese inhumano con el animal. Ellos tienen sus cosas, sus miedos, sus desconfianzas a lo extraño. Quizás, quien sabe, al verme sin mascarilla y acercándome peligrosamente a su distancia social de seguridad podría considerarme un peligro de contagio para su amo y dispuso un ataque preventivo. Reacción noble que no merece castigo, Arístides. Al llegar a casa, escondido en un rincón del excusado para evitar excesivas alarmas de celadora, lavé la herida con agua y desinfectante. No pasa nada.

domingo, 3 de mayo de 2020

PRIMER DIA DE DESESCALADA



En estos días de retorno a la Naturaleza, las ganas de salir eran tan abundantes que mi bicicleta debió de sentir satisfechos sus eléctricos instintos de  pedalear. Dio para bastante la jornada del desconfinamiento; algunas ventajas se nos regalan a los de más edad, (queda feo eso de los mas viejo)s, y como veremos más adelante no solo gozamos de mayor permisividad en el horario sino de otras cosas más de las que os hablaré Una mañana milagrosa; salió de nuevo el sol, resplandeciente y brillante, detrás de las primeras estribaciones del Sueve. Una ola de alegría me invadió al verlo aparecer tras los picachos de levante.A lomos de mi Trotona II me lancé a los caminos con una alegria tan grande que no me cabía en la mochila. Volvi a recorrer parajes que había perdido en la indolencia de los años y muy pronto unas gotas olvidadas de sudor comenzaron a recorrer mi frente con las primeros pedaladas, El resto lo deje en manos de la electroquímica y los acumuladores. Asi sin gran esfuerzo afronté la dura pendiente de la Mesnada donde en ausencia de los Montero salude a los caballos y a las vacas que enseñaban a pastar a sus terneros. Pilarica no se había despertado aun, como asi lo atestiguaba la saca del pan que vacía colgaba obre el pomo de la puerta a la espera del madrugador panadero, casi siempre gordo y bigotudo. Cruce la pedanía de Loroñe y encaré las primeras cuestas del mítico Fito cuya cima había hecho objetivo principal de esta mi primera salida. Escuche a las cornejas con sus agrios graznidos, a las tórtolas y a las alondras canturrear las mañanitas y también sentí el tocoto-tocotó del picapinos repetido secuencialmente y acompasado por las esquilas de alguna caballo aprendiz de asturcón. Agradecido e imbuido de tan sonora sinfonia reinicie el ascenso hasta que un letrero que señalaba el límite de mi concejo y de paso me advertía que el siguiente ya no era mi territorio y como estaba prohibido atravesar la invisible línea de la pandemia, tuve que regresar: demasiado pronto para el escaso desgaste físico, demasiado tarde para mi rodilla que empezaba a dar señales de alarma. Pero me sentía contento, tan cotento que no paraba de cantar y de este modo apenas pude escuchar al hombre que me recriminaba amenazando con avisar a la Guardia civil. Solo le dirigí la mirada agradecida por haberme confundido con una apuesto muchacho que con insultante juventud saltaba a la torera las normas de desescalada. Desconcertado por mi inopinada reacción arreo a su mula y continuó su camino pensando en el palo largo y la mano dura que emplearía si fuese gobierno.. Asi en estas, en subidas y bajadas en largas rectas de asfalto recalentado por el incipiente sol de verano regresé a La isla dando por finalizado el primer dia del desconfinamiento



lunes, 2 de marzo de 2020

CAMBIO CLIMATICO

A estas alturas del invierno en los dias de entre semana (¿se dice así?).... La Isla, que no es una isla , no pasa de ser nada más que una aldea aburrida empobrecida por la indiferencia .Solo cuando llega el viernes algunas casas encienden sus luces y es posible encontrar en el paseo de la playa  alguna persona solitaria atenta más a su telefono móvil que le resguarda de su soledad que a mi presencia no dando tregua al cansino mutismo.  Así que siguen siendo los árboles, las vacas y los pájaros junto con el fiel Thor mis  interlocutores incondicionales a los que sigo interesando y  que no reparan en estaciones pues supongo que el cambio climático también les va afectando como afecta al Sueve al que ya le da pereza vestirse de blanco y a todo más nos nuestra estos días de borrascas superanunciadas un tenue gris que como babero de  envidia por otros picos o paño de añoranza  de otros inviernos extiende su ligero manto por la cara norte. Me asombra que al redactar todas estas sensaciones sienta al mismo tiempo el deseo de destruirlas pero como pienso que es una prueba de mi inmadurez me instalo bajo la lámpara de la mesa de escritorio y continúo escribiendo en mi blog......

Ari y Olmo