viernes, 15 de septiembre de 2017

LA ABUBILLA EN MI BALCON



Esta mañana . mientra releia por enesima vez, es esta ocasión en el ordenador, Cien años de soledad, he recibido la visita deliciosa e inesperada de la abubilla . Así que al mismo tiempo que el concierto de las guacamayas y las cuatro notas de los relojes de Macondo resonaban todos a una en mis oidos, escuché también el tici, tic del picoteo de esta curiosa ave de llamativa cresta que se afanaba en rebuscar arañas y babosas en el jardín. Por suerte tenía a mano la cámara, así que, con cuidado de no asustarla, a través del cristal de mi ventana grabé estas imágenes que ahora os ofrezco. En algun momento, mientras realizaba esta grabación, el ave se sobresaltaba con algún ruido que involuntariamente producía a pesar del cuidadoso sigilo con el que procuraba maniobrar la videocámara. Entonces observe,  cada vez que esto sucedía, como desplegaba su cresta asustada por mi  presencia. Pequeñas compensaciones  que se me  conceden en la soledad de este pueblo.

jueves, 24 de agosto de 2017

FISTAS DE LA VELILLA


Entiendo que las vacaciones deberían de ser una oportunidad para alterar el ritmo de nuestra vida normal. Es el momento de sacudirnos de encima nuestra existencia rutinaria que cansada ya del demasiado largo y tedioso invierno necesita de otros escenarios, otras gentes, otros silencios, otros ruidos que renueven nuestras emociones durante estos días de asueto, los cuales, que le vamos a hacer, siempre nos parecerán escasos. Así lo he entendido siempre. Incluso ahora, que vivo con placidez mi jubilación en este tranquilo pueblo, me siguen produciendo,¡ a mis años!, sensaciones de ilusión infantil cuando siento pasar por delante de mi casa a horas bien tempranas la gaita y el tambor en alegre pasacalles acompañados por el estampido de los voladores que ponen a mi perro al borde de un ataque de nervios, . Tranquilizo a Rum.rum y le digo: son cuatro días. Creo que lo entiende mejor que algunos humanos. Parece que todos lo hemos pasado bien. No hemos reencontrado con nuestros amigos de todos los veranos, unos en la carpa y otros en el botellón. Con ellos. bebimos, comimos, cantamos y bailamos hasta que la noche nos fue venciendo o la cantina nos puso el cierre. Son los tiempos los que imponen nuevas formas de entender la fiestas y asi lo han interpretado sus gestores que con escaso presupuesto, mucho trabajo y algunas pequeñas dosis de incomprensión han conseguido que La Velilla se halla celebrado otro año más sin perder su esencia de fiesta de prau. Gracias Nacho, Pablo, Pía y todos los que seguís intentando que la gente de nuestro pueblo siempre este alegre

EL FASTUOSO RUIDO ENSORDECEDOR DE LA MUERTE

  Conocí a Radi en la embajada de Jordania en Madrid. Era un beduino alto y fornido que inspiraba confianza con su rostro siempre sonriente ...