lunes, 13 de octubre de 2014

MEMORIA DEL FUEGO. EDUARDO GALEANO

Han navegado mucha mar y tiempo y están hartos de calores, selvas y mosquitos. Cumplen, sin embargo, las instrucciones del rey: no se puede atacar a los indígenas sin requerir, antes, su sometiemiento. San Agustín autoriza la guerra contra los que abusan de su libertad, porque en su libertad peligrarían no siendo domados; pero bien dice san Isidoro que ninguna guerra es justa sin previa declaración. Antes de lanzarse sobre el oro, los granos de oro quizás grandes como huevos, el abogado Martín Fernández de Enciso lee con puntos y comas el ultimátum que el intérprete, a los tropezones, demorándose en la entrega, va traduciendo. Enciso habla en nombre del rey don Fernando y de la reina doña Juana, su hija, domadores de las gentes bárbaras. Hace saber a los indios del Sinú que Dios ha venido al mundo y ha dejado en su lugar a san Pedro, que san Pedro tiene por sucesor al Santo Padre y que el Santo Padre, Señor del Universo, ha hecho merced al rey de Castilla de toda la tierra de las Indias y de esta península. Los soldados se asan en las armaduras. Enciso, letra menuda y sílaba lenta, requiere a los indios que dejen estas tierras , pues no les pertenecen, y que si quieren quedarse a vivir aquí, paguen a Sus Altezas tributo en oro en señal de obediencia. El intérprete hace lo que puede. Los dos caciques escuchan, sentados, sin parpadear, al raro personaje que les anuncia que en caso de negativa o demora les hará la guerra, los convertirá en esclavos y también a sus mujeres y a sus hijos y como tales los venderá y dispondrá de ellos, y que las muertes y los daños de esa justa guerra no serán culpa de los españoles. Contestan los caciques, sin mirar a Enciso, que muy generoso con lo ajeno había sido el Santo Padre, que borracho debía estar cuando dispuso de lo que no era suyo, y que el rey de Castilla es un atrevido, porque viene a amenazar a quien no conoce. Entonces, corre la sangre. En lo sucesivo, el largo discurso se leerá en plena noche, sin intérprete y a media legua de las aldeas que serán asaltadas por sorpresa. Los indígenas, dormidos, no escucharán las palabras que los declaran culpables de los crímenes cometidos contra ellos. Eduardo Galeano - Memoria Del Fuego I. Los Nacimientos.

TIERRA Y LIBERTAD EN CASA DEL ABUELO

en el huerto de rocío from javier balaguer on Vimeo.

lunes, 29 de septiembre de 2014

DE BUSTIO A EL PERAL EN BTT


Bustio - El Peral from javier balaguer on Vimeo.
Iniciamos esta ruta en Bustio, un tranquilo puerto pesquero situado en el punto más oriental de la costa asturiana. En el parque de la Remansona nos encontramos con el cartel indicador donde figuran todas las señalizaciones así como el mapa. Atravesando la carretera nacional por un paso subterráneo tomaremos a la izquierda una pista de tierra compactada que discurre paralela a la via del FEVE. Después de una ascensión bastante fuerte llegamos a la rasa costera de Pimiango, la cual atravesanos en dirección norte hasta llegar a un mirador desde donde podemos contemplar el Faro de San Emeterio. Cruzamos un bosque de eucaliptos en fuerte descenso y nos adentramos en otro bosque, esta vez de encinas, más propio de la costa mediterránea . En el interior de éste visitaremos las ruinas de Monasterio de Tona. Sus arcos y bóvedas románicas resisten el paso de los siglos. La senda sube y baja, algunas veces utilizando escalinatas, atraviesa el encinar hasta llegar a la Ermita del Santu Medé y el Centro de Interpretación del Pindal, cuevas prehistóricas con interesantes pinturas rupestres. Salimos de la zona boscosa y iniciamos por carretera asfaltada la subida nuevamente a la rasa costera, la cual alcanzaremos justo en el lugar donde se encuentra el Mirador de Pimiango desde donde podremos disfrutar de una espléndida vista de la costa oriental y de la sierra de Cuera. Atravesamos el pueblo de Pimiango por patios interiores de casas señoriales y siguiendo la misma carretera convergemos con la nacional 634 en el pueblo de El Peral. Desde aquí y a dos kms podemos desplazarnos a Colombres y vistar el Archivo de Indianos, museo de la emigración asturiana a América.
Ver BUSTIO - SAN ANTOLINb en un mapa más grande

EL FASTUOSO RUIDO ENSORDECEDOR DE LA MUERTE

  Conocí a Radi en la embajada de Jordania en Madrid. Era un beduino alto y fornido que inspiraba confianza con su rostro siempre sonriente ...