jueves, 24 de agosto de 2017

FISTAS DE LA VELILLA


Entiendo que las vacaciones deberían de ser una oportunidad para alterar el ritmo de nuestra vida normal. Es el momento de sacudirnos de encima nuestra existencia rutinaria que cansada ya del demasiado largo y tedioso invierno necesita de otros escenarios, otras gentes, otros silencios, otros ruidos que renueven nuestras emociones durante estos días de asueto, los cuales, que le vamos a hacer, siempre nos parecerán escasos. Así lo he entendido siempre. Incluso ahora, que vivo con placidez mi jubilación en este tranquilo pueblo, me siguen produciendo,¡ a mis años!, sensaciones de ilusión infantil cuando siento pasar por delante de mi casa a horas bien tempranas la gaita y el tambor en alegre pasacalles acompañados por el estampido de los voladores que ponen a mi perro al borde de un ataque de nervios, . Tranquilizo a Rum.rum y le digo: son cuatro días. Creo que lo entiende mejor que algunos humanos. Parece que todos lo hemos pasado bien. No hemos reencontrado con nuestros amigos de todos los veranos, unos en la carpa y otros en el botellón. Con ellos. bebimos, comimos, cantamos y bailamos hasta que la noche nos fue venciendo o la cantina nos puso el cierre. Son los tiempos los que imponen nuevas formas de entender la fiestas y asi lo han interpretado sus gestores que con escaso presupuesto, mucho trabajo y algunas pequeñas dosis de incomprensión han conseguido que La Velilla se halla celebrado otro año más sin perder su esencia de fiesta de prau. Gracias Nacho, Pablo, Pía y todos los que seguís intentando que la gente de nuestro pueblo siempre este alegre

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