lunes, 25 de julio de 2016

PERUANAS

















Son descendientes de Tupoac, el Inca, hijas de la Pachamama, llevan en sus rostros cobrizos los surcos de los caminos de su imperio y en sus negros ojos el brillo profundo del esplendor de su civilización, del sol de la sabiduría, de una estructura social y administrativa de un mundo que no descubrimos nosotros los españoles porque su mundo ya existía desde muchos años antes de que los iletrados conquistadores llegasen con sus barcos para extraer sus riquezas y destruir su cultura, no su imaginario. Pasean en silencio por  La Isla mientras cuidan a los niños de los que siguen siendo sus amos. Lucen uniformes blancos bajo su tez andina, con la mirada aun baja y sometida, la mirada incrédula del inca Atahualpa asesinado después de ver colmada su celda con el oro de su rescate. Paso junto a ellas en el paseo de la playa y las miro a los ojos para que advierta que al menos existen para alguien e intento con un afable saludo transmitirles el respeto por su pueblo, la admiración por su cultura y el perdón por los excesos de nuestra colonización.  Alguna responden agradecidas a mi saludo. otras no  me ven, atentas a sus celulares,  con la mirada perdida en el horizonte, escuchan la voz de los hijos que han quedado allá al amparo de otras yayas

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