jueves, 22 de mayo de 2014

JORNADAS DE REFLEXION

La “mano invisible” , el mantra que todo aquel que se precie de neoliberal repite incesantemente atribuyéndole la milagrosa capacidad de que la riqueza de las naciones aumente y se universalice; la mano benefactora de Adam Smith no es tan invisible, yo diría que es más bien disimulada y sesgada. Es la mano que coloca las cosas en su sitio y, que, liberada de toda regulación, actúa asociada con la codicia, con la avaricia, con la envidia, con los insaciables deseos de acumulación de algunos en detrimento de los demás. Es la mano protegida de los estados llamados neoliberales o socialdemócratas con sus leyes protectoras de sus bancos, con sus policías encargadas de acallar y perseguir a los discrepantes, con sus medios informativos manipulados para distorsionar las realidades y cambiarnos las palabras y con unos ejércitos encargados en último caso de preservar el orden y de blindar las fronteras de los indeseables migrantes del sur. Es la mano invisible, perdón disimulada, que apura a los negociadores de ambos lados de Atlántico no elegidos por nadie, para culminar un Tratado al margen del pueblo soberano desregularizando aun más, si cabe, cualquier norma que nos proteja de los peligros de la globalización; eliminando aranceles, privatizando todo aquello que siendo publico contribuya a magnificar su cuenta de resultados acabando con el incipiente estado de bienestar y liquidando para siempre el contrato social. Como yo no quiero formar parte de la fiesta de este capitalismo despiadado y rampante, ni trago por consiguiente el anzuelo de una elecciones, en las cuales, dicho sea de paso, para nada se habla de estas cosas sino que se discute estúpidamente sobre machismo, sobre el “y tú más”, y sobre todo lo pactado de antemano, y como tampoco considero conveniente entrar en su redil ni siquiera votando las buenas intenciones de algunos, que las hay; pues por todos estas cosas yo me ABSTENGO

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